Aguas residuales: la importancia de su tratamiento

Durante las últimas décadas, el mundo ha estado observando con inquietud, analizando y tratando de resolver los problemas relacionados con la disposición de los residuos líquidos procedentes del uso doméstico, agrícola e industrial (aguas residuales).

Los cuerpos receptores: ríos, lagos, barrancas, estuarios y el mar, donde generalmente son depositados los residuos; han sido incapaces, por sí solos, de absorber y neutralizar la carga contaminante que es vertida en ellos. De esta forma, se han alterado las condiciones naturales, apariencia física y la capacidad de los cuerpos receptores para sustentar una vida acuática adecuada.

Los problemas ocasionados por la acción anterior, no son sólo de índole física, estética o económica, sino que trascienden al campo de la salubridad; ya que las aguas de las masas receptoras se encuentran contaminadas con productos de desecho humano o industriales, lo que podría derivar en problemas de salud graves al entrar en contacto con éstas.

Es evidente que la polución del agua es un problema que está afectando diversas partes del mundo. En la mayoría de los países, se han implementado programas de control, que parten de la restricción de descarga de aguas residuales, estableciendo límites y parámetros de vertido para compuestos químicos y orgánicos.

Pero la realidad es que tan sólo el 30% del agua residual que es tratada cumple con los límites o parámetros establecidos. Por lo cuál, muchos efluentes continúan deteriorando los sistemas acuáticos e interfiriendo en el uso potencial del agua.

Agua contaminada

Los vertidos de aguas residuales contienen desde algunos centenares a varios miles de productos contaminantes, muchos de ellos subproductos que ni siquiera han podido ser identificados. Es por esto que las aguas residuales, antes de ser vertidas en las masas receptoras, deben recibir un tratamiento adecuado según su composición y posteriormente ser supervisadas para la verificación del cumplimiento de los límites de descarga, hasta asegurarse de que éstas no provocarán la contaminación de las aguas receptoras o ecosistemas acuáticos.