Las aguas residuales no tratadas provenientes de los distintos establecimientos o industrias son una de las principales causas de contaminación de nuestros ríos, lagos y mares.
Estas aguas contienen contaminantes como:
Sólidos pesados o grandes : basura, plástico, papel, entre otros.
Sólidos suspendidos: moléculas orgánicas grandes, partículas de suelo, microorganismos, etc.
Sólidos disueltos: compuestos orgánicos, químicos, sales inorgánicas entre otros.
La eliminación de las aguas residuales es un contexto que muchas organizaciones han empezado a emprender. Sin embargo, esto se complica en los países subdesarrollados, debido a que en ocasiones no se tiene el acceso a todas las condiciones sanitarias o no existe una cultura de cuidar los recursos hídricos.
Por lo cual, las aguas residuales a menudo son arrojadas sin tratamiento a los océanos y éstos reciben todo el desperdicio, como heces, orina; así como las sustancias tóxicas o agresivas que son descargadas deliberadamente. Lo que repercute directamente en las especies marinas.
Estudios han vinculado que el agua residual contiene ciertos microplásticos. Esos microplásticos no son todos iguales, de hecho hay de muchas clases, aunque el mercado está dominado por cuatro tipos principales: polietileno, como las bolsas de plástico, las botellas o las microesferas de las que están hechos los cosméticos, el poliéster, con el que se hacen por ejemplo, las prendas de ropa, el polipropileno, el material del que están hechos los electrodomésticos, los muebles de jardín o los componentes de vehículos, y el cloruro de polivinilo, que se puede ver en las tuberías, ventanas, etc.
Dichos microplásticos están provocando una alteración endocrina en los peces, afectando así la capacidad reproductiva de estos animales y el sistema hormonal de los vertebrados e invertebrados por igual.