Investigadores de todo el mundo se sientan ante el microscopio y detectan partículas minúsculas de plástico, fibras, fragmentos y microperlas que han llegado al interior de especies de agua dulce y salada, tanto salvajes como de acuicultura.
Los científicos han hallado microplásticos en 114 especies acuáticas, y más de la mitad de ellas son habituales en nuestra dieta.
Hasta hace unos años no existían pruebas de que los microplásticos llegaran a afectar la salud humana, pero el sol, el viento, el oleaje y el calor descomponen ese material en pequeñas partículas de unas pocas micras de longitud (una micra equivale a la milésima parte de un milímetro); algunas son tan pequeñas que el plancton microscópico, los bivalvos y los peces han confundido con comida.
Desde los años sesenta del siglo pasado la producción de plásticos ha crecido casi un 9% cada año. Solo en 2015 se produjeron 322 millones de toneladas, según datos de la ONU. Más tarde o más temprano buena parte de ese plástico acaba en el medio ambiente, en particular en los mares: unos 8 millones de toneladas al año.
Era cuestión de tiempo para que el plástico creado por los humanos volviera a ellos.
En un estudio, presentado en un congreso de gastroenterología celebrado en Viena (Austria), se contó con la participación de ocho voluntarios provenientes de Reino Unido, Italia, Rusia, Japón, Finlandia, Polonia, Países Bajos y Austria. Durante una semana tenían que comer y beber lo de siempre, anotando todo lo que ingerían, si era fresco y el tipo de envase en el que estaban contenidos sus alimentos. Al cabo de cierto tiempo, investigadores de la Universidad Médica de Viena y la agencia estatal para el medio ambiente del país alpino tomaron muestras de sus heces.
Los resultados mostraron que, de los 10 plásticos buscados, se encontraron nueve. Los más comunes fueron el propileno, básico en los envases de leches y zumos; y PET, del que están hechas la mayoría de las botellas de plástico. La longitud de las partículas oscilaba entre las 50 y las 500 micras.
Los investigadores encontraron 20 microplásticos por cada 10 gramos de materia fecal. Por el diario que llevaron los participantes, se sabe que todos consumieron alimentos envasados y al menos seis comieron pescado. Pero la investigación no pudo determinar el origen de las partículas halladas en las muestras.
«Es el primer estudio de este tipo y confirma lo que veníamos sospechando desde hace tiempo, que los plásticos acaban llegando al intestino humano», dice en una nota Philipp Schwabl, gastroenterólogo y hepatólogo de la Universidad Médica de Viena y principal autor del estudio.
«Aunque en estudios en animales la mayor concentración de plásticos se ha localizado en el intestino, las partículas de microplástico más pequeñas pueden entrar en el torrente sanguíneo, el sistema linfático e incluso alcanzar el hígado», añade, concluyendo que urge investigar para saber «lo que esto implica para la salud humana».